Cada día vive el terror continuo de las cámaras de gas, los cremarios que funcionan las 24 horas del día, los trabajos forzados, vivir bajo la constante presencia de la muerte hace casi imposible albergar un atisbo de esperanza, sin embargo todos se preguntan por qué los del módulo familiar no son eliminados. Lejos de seguir angustiándose por sus circunstancias deciden enseñar a cerca de 500 niños que viven en el bloque 31; la enseñanza, como casi todo, está prohibida en el campo y si los descubren serán definitvamente condenados.